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Dices que me quieres
Pero no siento que tu cuerpo
felino al acecho
se acerque con las garras afiladas
y el olfato alerta
Dices que me quieres
pero no entiendo tu mirada quieta
cuanto te conjuro con mi cuerpo
en esa danza de la espera
Atento a la emboscada de tu piel
en ese asalto de tormenta
encendido en el intenso mar
que es
la noche
Juntos
pero dispersos
en otros vientos el cauce de la mente
en otros vuelos
Y yo
despierto
atento a nombrarte
en cada moviendo de las sabanas
cuyo oleaje
acaricia con su espuma imaginada
la inquietud de mi piel
Dices que me quieres
pero no lo siento
porque querer para mi es un incendio
es arder
en el nido de caricias pleno
es morir disfrutando ya después
sereno
como el alba ha florecido en las entrañas
y ese ramo de claveles rojos encendido
descansa entre los rastros del lecho
campo de batalla y ahora
ya a la altura de la madrugada
convertido en manso trigal
Dices que me quieres
y te vas
no se a dónde ni en qué palabra
ni en qué ramaje de la tarde
Ponme atención amor
porque
ávido de ti me voy
para siempre
hacia otro mar que embravecido me acoja
y en sus nidos de tormenta
me envuelva
en esas sábanas de crestas espumantes
en que ansío
No quiero decirte amor
que ya me he ido
el jardín de la noche está cercano
alcánzame en el
mientras trato de tomar las estrellas en mis manos
porque
más allá
ese otro mar
está incitando
y la punta de sus llamas casi me toca las esperas.
Lauro Acevedo
Pero no siento que tu cuerpo
felino al acecho
se acerque con las garras afiladas
y el olfato alerta
Dices que me quieres
pero no entiendo tu mirada quieta
cuanto te conjuro con mi cuerpo
en esa danza de la espera
Atento a la emboscada de tu piel
en ese asalto de tormenta
encendido en el intenso mar
que es
la noche
Juntos
pero dispersos
en otros vientos el cauce de la mente
en otros vuelos
Y yo
despierto
atento a nombrarte
en cada moviendo de las sabanas
cuyo oleaje
acaricia con su espuma imaginada
la inquietud de mi piel
Dices que me quieres
pero no lo siento
porque querer para mi es un incendio
es arder
en el nido de caricias pleno
es morir disfrutando ya después
sereno
como el alba ha florecido en las entrañas
y ese ramo de claveles rojos encendido
descansa entre los rastros del lecho
campo de batalla y ahora
ya a la altura de la madrugada
convertido en manso trigal
Dices que me quieres
y te vas
no se a dónde ni en qué palabra
ni en qué ramaje de la tarde
Ponme atención amor
porque
ávido de ti me voy
para siempre
hacia otro mar que embravecido me acoja
y en sus nidos de tormenta
me envuelva
en esas sábanas de crestas espumantes
en que ansío
No quiero decirte amor
que ya me he ido
el jardín de la noche está cercano
alcánzame en el
mientras trato de tomar las estrellas en mis manos
porque
más allá
ese otro mar
está incitando
y la punta de sus llamas casi me toca las esperas.
Lauro Acevedo
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